Un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) advierte que en América Latina apenas el 30 % de los recursos destinados a emergencias se ejecuta en acciones efectivas de respuesta, lo que revela una preocupante brecha entre la planificación, la prevención y la capacidad de reacción en terreno. Esta cifra cobra mayor relevancia en un país como Colombia, donde la fuerte presencia de industrias energéticas, químicas y mineras expone a comunidades enteras a incidentes de alto riesgo. En este escenario, las primeras horas de una emergencia industrial son decisivas: de la rapidez y calidad de la reacción inicial depende no solo la vida de cientos de personas, sino también la estabilidad de ecosistemas e infraestructura crítica.
“La formación especializada es el puente entre la voluntad de servir y la capacidad real de salvar vidas. Preparar a los equipos para reaccionar desde el primer minuto no solo reduce el impacto de las emergencias, también protege el desarrollo y la seguridad de nuestras comunidades”, afirma Carolina López Pérez, gerente técnica para Latinoamérica de SACS Group.
Los tiempos de respuesta temprana en emergencias industriales no son un asunto menor, sino el factor que determina si un incidente queda contenido o escala a incidentes de mayor magnitud. La evidencia técnica y la experiencia en campo, según SAC’s, muestran que:
● Cada minuto ganado en la reacción inicial puede reducir hasta en un 50 % la magnitud de los daños potenciales al contener el foco del incidente y limitar su propagación.
● Controlar un evento en sus primeras horas representa un ahorro económico cercano al 40 % en restauración de infraestructura y reposición de activos afectados.
● Una reacción rápida disminuye los impactos ambientales y en personas, evitando la contaminación de fuentes hídricas, suelos y atmósfera.
● La capacidad de actuar con inmediatez refuerza la coordinación y eficiencia operativa de los equipos de emergencia, reduciendo la improvisación en contextos de alta presión.
● Las organizaciones que demuestran tiempos de respuesta efectivos generan mayor confianza pública y reputacional, fortaleciendo la relación con comunidades, autoridades y aliados estratégicos.
“Los primeros instantes de una emergencia son los que más pesan en la balanza. No hay tecnología ni recurso que compense la ausencia de preparación en esas horas críticas. Por eso invertir en entrenamiento y simulación realista es, en última instancia, invertir en resiliencia”, añadió la ejecutiva.
La capacidad de respuesta inmediata se ha convertido en un pilar indispensable para el sector industrial y para la seguridad del país. Frente a un panorama donde las amenazas son cada vez más complejas, el reto no es únicamente reaccionar, sino hacerlo con la suficiente anticipación y preparación para evitar que una contingencia se convierta en desastre. El compromiso de instituciones, empresas y gobiernos con la reducción del riesgo debe centrarse en garantizar que las primeras horas, lejos de ser una oportunidad perdida, se conviertan en la clave para salvar vidas, proteger ecosistemas y salvaguardar activos estratégicos.

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