Así transforma la cadena de frío a las ciudades

En las ciudades donde la actividad económica y logística no se detiene, el sonido de motores y sistemas de reparto se ha vuelto parte del paisaje urbano. Sin embargo, ese ruido constante -muchas veces provocado por la cadena de frío móvil- representa un desafío creciente para la calidad de vida en entornos densamente poblados. A medida que los sectores de salud, alimentos y retail intensifican sus operaciones, se vuelve crucial hablar del impacto sonoro que generan sus sistemas de distribución.
De hecho, datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que el ruido es la segunda causa ambiental de problemas de salud, detrás de la contaminación atmosférica. Trastornos del sueño, estrés crónico, deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares son algunas de sus consecuencias.
Por eso, la evolución hacia una cadena de frío más silenciosa se erige como un nuevo frente de innovación que comienza a tomar relevancia, más allá de los avances en movilidad limpia y reducción de emisiones -que no dejan de ser indispensables-. Y en particular, las tecnologías que apoyan un bajo nivel de ruido en el transporte refrigerado, una mejora crucial en ciudades donde el confort acústico es cada vez más valorado.
“Además de apoyar la eficiencia energética y sostenibilidad, es importante prestarle más atención al ruido generado por los equipos de refrigeración móvil, ya que también tiene un impacto directo en la calidad de vida urbana. La transición hacia soluciones eléctricas es un tema de responsabilidad social”, señala Iván Collazo, gerente comercial de Thermo King Latinoamérica.
De acuerdo con Pacto Global, Bogotá supera los niveles de contaminación auditiva excediendo los rangos, al oscilar entre los 70 a 83 decibeles durante las 24 horas del día, de acuerdo con el reporte ‘Fronteras 2022’, en parte debido a la construcción, el tráfico vehicular, las actividades recreativas, la industria, el comercio y los eventos públicos. Las entregas frecuentes y el uso de sistemas de refrigeración diésel en vehículos de distribución generan un zumbido constante que afecta directamente la experiencia urbana. Además, la Secretaría de Ambiente de Bogotá, durante el 2024, la entidad recibió un total de 3.720 solicitudes relacionadas con la emisión de ruido y contaminación acústica.
Aunque esta evolución responde a necesidades reales de distribución y cobertura, también pone sobre la mesa nuevos retos para las empresas que operan en entornos urbanos: reducir su huella acústica sin sacrificar eficiencia. Por ello, invertir en tecnologías más limpias y silenciosas dentro de la cadena de frío no solo es una decisión operativa, sino también estratégica
Tecnología para una cadena de frío más silenciosa
Entre las soluciones tecnológicas más destacadas que permiten refrigeración sin ruido ambiental, se encuentran:
• Sistemas de refrigeración eléctrica que eliminan el uso de motores diésel auxiliares.
• Silenciadores y contención del ruido que fungen como componentes diseñados especialmente para reducir el ruido, además de tecnologías de contención para evitar que este se filtre.
• Sensores inteligentes que utilizan la delimitación geográfica para detectar las áreas sensibles al ruido. Esto permite que entren en modo “ultra silencioso” para realizar una entrega y regresar al modo de funcionamiento normal cuando salen de dicha zona.
• Aislamiento acústico optimizado en el diseño de la unidad para evitar la propagación del sonido.
• Integración con sistemas telemáticos para monitorear remotamente el rendimiento térmico sin intervención humana directa.
Estas tecnologías no solo cumplen con normativas de ruido cada vez más estrictas, sino que también responden a una creciente exigencia social por entornos urbanos más silenciosos y amables.
Beneficios silenciosos, impacto medible
Los beneficios de reducir el ruido logístico no se limitan al confort acústico. Incluyen impactos positivos en salud, eficiencia operativa y percepción ciudadana:
• Mejora la calidad del sueño en zonas residenciales.
• Reduce el estrés y la irritabilidad provocados por el ruido continuo.
• Disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares asociadas a la exposición prolongada al ruido.
• Favorece la aceptación social de operaciones logísticas en zonas urbanas.
• Permite entregas nocturnas sin afectar la convivencia urbana.
Hacia ciudades más silenciosas
La lucha contra la contaminación acústica por vehículos ya no es una preocupación exclusiva de urbanistas o autoridades ambientales. En este escenario, la cadena de frío se convierte en un eje clave para la construcción de ciudades más sostenibles y competitivas. Desde soluciones eléctricas hasta monitoreo inteligente, el sector tiene hoy la capacidad de transformar su impacto en el entorno.
Además del cumplimiento normativo, avanzar hacia una cadena de frío más silenciosa se traduce en ventajas de negocio: operaciones más flexibles, reputación fortalecida, adaptación a zonas sensibles y mejora de la experiencia de cliente. En un mercado donde sostenibilidad, eficiencia y responsabilidad social ya no son opcionales, el silencio —literal y estratégico— puede ser una poderosa ventaja competitiva.
“Una entrega que no se escucha es una entrega que respeta el espacio común. En la logística del transporte refrigerado, el silencio es un factor que cada vez adquiere más relevancia, porque el bienestar urbano también se mide en decibeles”, concluye Iván Collazo.

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