Explosiones, gases tóxicos y colapsos: el lado oculto de los incendios industriales

Cada incendio tiene su propio lenguaje. Un fuego en una vivienda, una deflagración en una planta química o una quema de rastrojos en zona rural pueden parecer similares a simple vista, pero cada uno responde a un comportamiento distinto, exige protocolos particulares y pone a prueba capacidades muy diferentes. En una emergencia, confundirlos puede ser el error más costoso. En Colombia, los incendios siguen un patrón que responde al entorno. En zonas urbanas, los más comunes son los estructurales: viviendas, locales comerciales o instalaciones eléctricas colapsadas por sobrecarga. En el campo, predominan los incendios forestales o agrícolas, donde el viento y la sequedad hacen que un descuido se transforme en desastre. En la industria, sin embargo, el fuego adquiere una dimensión completamente distinta: materiales peligrosos, atmósferas explosivas, gases tóxicos y estructuras comprometidas elevan el nivel de complejidad a su punto máximo.
Tipos de incendios según el entorno
● Industriales: Incendios clase B (líquidos inflamables), clase C (eléctricos) y eventos con materiales peligrosos. Son frecuentes en refinerías, plantas químicas, bodegas logísticas y centros de producción.

● Urbanos: Incendios estructurales clase A, por papel, madera, plásticos. También fugas de gas doméstico, incendios vehiculares y cortocircuitos.

● Rurales: Forestales, quemas agrícolas fuera de control y fuegos en instalaciones con agroquímicos o maquinaria pesada.

Mientras que un incendio estructural puede ser contenido con agua y ventilación, uno industrial exige conocimiento químico, agentes especializados y protocolos de contención que van más allá del uso convencional de extintores. Los incendios industriales contaminan, colapsan estructuras y paralizan operaciones enteras. Superan fácilmente los 1.000 °C, comprometen vigas metálicas y generan incendios combinados de clase A, B, C y D. También liberan sustancias letales como fosgeno, ácido clorhídrico, cianuro de hidrógeno, óxidos de nitrógeno, amoníaco o benceno, todos con alto potencial tóxico, inflamable o cancerígeno.
“Los incendios industriales son escenarios vivos, impredecibles y letales. Apagar no es suficiente. Hay que anticipar, contener, neutralizar y coordinar con múltiples entidades”, advierte Carolina López Pérez, gerente técnica de SACS Group para Latinoamérica.
Cabe señalar que el 2024 fue un año crítico para Colombia. Solo en incendios forestales se reportaron 6.293 emergencias que afectaron más de 216.000 hectáreas. En cuanto a incendios industriales, aunque no existe una estadística nacional consolidada, algunos datos regionales permiten dimensionar la gravedad:
● En el sector industrial de Santa Fe (Bogotá), entre 2014 y 2022 se documentaron 17 incendios estructurales, el 70 % en horario de alta operación (entre 12:00 y 23:59).

● En la región Caribe, Barranquilla ha sido epicentro de varios incendios industriales, incluyendo la explosión de tanques de gasolina en 2022, que dejó un saldo fatal y daños millonarios.

● Solo en el primer semestre de 2024, se reportaron 13 incendios activos en Tolima y más de 10.000 hectáreas consumidas, mientras que Vichada lideró el ranking con 177 incendios y 30.000 hectáreas destruidas.

A esto se suma que 28 de 32 departamentos estuvieron en alerta roja por condiciones propicias para incendios y más de 950 municipios reportaron focos activos durante la temporada seca.
Según estimaciones del Insurance Information Institute, el costo promedio de un incendio industrial oscila entre US $5 y US $10 millones por incidente, sin contar impactos ambientales o humanos. Para enfrentar esta realidad, SACS Group, lidera la formación técnica de bomberos y brigadistas especializados en América Latina. En alianza con el Texas A&M Engineering Extension Service (TEEX), desarrolla programas de certificación internacional que entrenan a los participantes para actuar con solvencia en incendios industriales, rescates complejos y manejo de materiales peligrosos.
Del 11 al 15 de agosto, Cartagena será sede de la Escuela 59, un espacio de formación intensiva en condiciones reales. Más de 15 países estarán representados. Los cursos incluyen fuego vivo, uso de espuma para hidrocarburos, rescate técnico en estructuras colapsadas, atmósferas tóxicas y tácticas para espacios confinados. Cada formación cuenta con doble certificación (SACS – TEEX) y está alineada con los estándares de la National Fire Protection Association (NFPA). Los egresados están capacitados para responder en refinerías, puertos, aeropuertos y plantas de alto riesgo.
“No se trata solo de actuar. Se trata de saber actuar, con criterio, con conocimiento técnico, y con la capacidad de liderar una emergencia que puede salirse de control en segundos”, concluye Carolina López.

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