Hormigón premezclado: entre la urgencia climática y la revolución tecnológica

Por Federico dos Reis, CEO de INFORM para Latinoamérica
En el Foro Iberoamericano del Concreto, una cifra volvió a poner en perspectiva la magnitud de la industria: el hormigón premezclado es el segundo material más utilizado por la humanidad, solo después del agua. Más de 10 mil millones de metros cúbicos se consumen cada año, un volumen que explica su presencia silenciosa pero decisiva en la infraestructura global. Latinoamérica participa apenas con un 2-3% del mercado mundial, aunque su segmento formal se aproxima a los 140 millones de m³ anuales. En términos per cápita, los líderes regionales —Chile, Argentina, Panamá y Brasil— alcanzan entre 0,20 y 0,35 m³ por persona, muy por debajo de los 0,80 m³ de América del Norte, que supera los 700 millones de m³ pese a tener casi el doble de habitantes. A esta brecha se suma un desafío estructural, como lo es la alta informalidad, que afecta alrededor del 80% del sector y conlleva importantes implicaciones para su desarrollo y regulación.
Aun así, la región avanza con paso firme, pese a que cada país lo hace desde realidades distintas. Corporaciones globales y productores locales trabajan para optimizar sus operaciones y fortalecer alianzas que garanticen tanto el abastecimiento como el desempeño de un material que exige formulaciones específicas según su uso, resistencia y clima. En este contexto surgen dos desafíos que marcarán el rumbo de la industria en los próximos años: la descarbonización y el uso más eficiente del cemento, ambos cruciales para cerrar las brechas de vivienda e infraestructura que aún limitan el desarrollo de América Latina.
Y es que la industria cementera y de concreto enfrentan un reto comparable al de sectores como la aviación, que buscan reducir de manera drástica sus emisiones hacia 2050, y aunque los incentivos públicos para promover cementos de bajo carbono o flotas más eficientes representan un avance necesario, siguen siendo insuficientes por sí solos. En este escenario, la tecnología empieza a consolidarse como el verdadero motor de cambio, ya que los modelos de machine learning permiten anticipar las propiedades del concreto y evitar sobredimensionamientos, reduciendo así el uso de cemento y la huella ambiental, mientras la región incorpora Inteligencia Artificial en la optimización logística, el corazón operativo del hormigón premezclado, donde cada minuto cuenta y cualquier desvío termina impactando en los costos.
Gracias a rutas mejor planificadas y a una programación más inteligente, los tiempos muertos disminuyen, el idling cae cerca del 20% y la puntualidad mejora, lo que acorta los ciclos productivos, incrementa la productividad y fortalece la calidad del servicio. Este efecto virtuoso trasciende la reducción de costos: también disminuye el impacto ambiental y eleva la experiencia del cliente, demostrando que la eficiencia y la sostenibilidad pueden avanzar de la mano.
En paralelo, surge una tecnología tan prometedora como desafiante para una región sísmica. Se trata de la impresión 3D en concreto que podría abrir la puerta a construir de forma más rápida, precisa y eficiente, ampliando el acceso a la vivienda en un continente donde el déficit habitacional sigue siendo crónico.
El hormigón premezclado seguirá siendo un protagonista del desarrollo urbano, pero su futuro dependerá de la capacidad de América Latina para formalizar su mercado, acelerar la digitalización y asumir sin reservas una pregunta que ya resuena con fuerza en toda la industria: ¿estamos listos para que la IA sea el nuevo estándar en la construcción?

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