En América Latina, las emergencias industriales, como incendios en tanques, explosiones de calderas, fugas de amoníaco o derrames, representan un riesgo crítico para las personas y la continuidad de los negocios. Un informe de Siemens revela que un periodo de inactividad provocado por una emergencia puede generar pérdidas cercanas al 11 % de los ingresos en una compañía de gran tamaño, con costos que superan los USD 300.000 (más de $1.000 millones) por hora. Cuando la respuesta es deficiente, estas pérdidas pueden incrementarse entre un 40 % y un 60 %.
A pesar de este panorama, muchas empresas en Colombia aún confunden tener un plan ESG (Environmental, Social, Governance) con contar con un sistema de gestión real y operativo. El Panorama de empresas latinoamericanas sobre ESG de EY indica que solo el 58 % de las compañías tienen una estrategia formal, y RSM Latin America advierte que más de la mitad no está preparada para cumplir con estándares internacionales. En otras palabras, sobran documentos y faltan acciones que salven vidas y reduzcan riesgos.
Por esta razón la empresa SACS Group presentó la iniciativa “Del papel a la práctica: entrenamiento en gestión ESG” con simulacros realistas, con escenarios de incendios y explosiones en vivo, fortalece competencias en sustancias peligrosas, rescate técnico y manejo de energías, y adapta las metodologías al ADN operativo de cada empresa. El entrenamiento se apoya en herramientas tecnológicas que recrean condiciones críticas y hacen transferible el aprendizaje. Todo esto se articula con las autoridades bajo el Sistema de Comando de Incidentes (ICS), garantizando roles y cadenas de mando claros desde el primer minuto.
“La diferencia entre un manual guardado y un equipo entrenado es salvar vidas. Nuestro trabajo es llevar a las organizaciones más allá del cumplimiento legal: que cada simulacro represente una vida salvada y que cada decisión bajo presión se tome con precisión técnica”, afirma Carolina López Pérez, gerente técnica para Latinoamérica de SACS Group.
El entrenamiento se convierte así en la línea que separa los errores frecuentes de las buenas prácticas. Los fallos más comunes incluyen estructuras de respuesta desactualizadas, cadenas de comunicación ineficaces y liderazgos sin preparación. Estas deficiencias suelen repetirse porque la gestión del riesgo se ve como un requisito administrativo y no como un proceso que debe ejercitarse incluso en ausencia de incidentes. En contraste, las buenas prácticas muestran que lo efectivo es involucrar a la alta dirección, entrenar a todos los niveles y aplicar protocolos probados en campo.
La formación es transversal: brigadistas, supervisores HSE, gerencias y bomberos internos participan en programas certificados por TEEX (Texas A&M University). Solo en la región, más de 300 personas fueron capacitadas recientemente bajo este enfoque. El resultado esperado es claro: cero fatalidades, mínimo impacto ambiental y estructural, reducción en los tiempos de atención y una recuperación más rápida de las operaciones. SACS Group ya ha llevado estos estándares a compañías referentes como Grupo Argos, Bavaria, Tenaris y Braskem, demostrando que pasar del papel a la práctica protege vidas, comunidades y reputación. El llamado de la firma es directo: interiorizar el conocimiento del riesgo, su prevención y atención como prioridad estratégica, activando planes, entrenando cadenas de mando, utilizando equipos especializados y coordinando bajo ICS. Solo así, los documentos se convierten en acciones que marcan la diferencia.